Auschwitz Challenge
Etapa 6 - westerbork - ESCRIBIR: UN MODO DE NARRARNOS, UN MODO DE SER



Estimado peregrino, estimada peregrina:
Hoy llegamos a un lugar muy especial para quienes vamos conociendo a Etty: el campo de concentración/transición de Westerbork. Aquí llegaría Etty en el mes de julio de 1942 y saldría definitivamente hacia Auschwitz la noche del 6-7 de septiembre de 1943.
En este lugar Etty dio un paso fuerte de madurez en todos los sentidos: de entrega a los demás, de encuentro con Dios, de toma de contacto con todas sus dimensiones… A veces pretendemos encontrar paz y calma para poder dedicarnos tiempos para poder crecer interiormente. El ejemplo de Etty nos dice que quizás todo esté en la urgencia que uno siente de vivir con consciencia, determinación y en plenitud. Y para ello no es necesario que vayamos a una casa de Ejercicios Espirituales (aunque esto pueda ayudar mucho) sino que, sobre todo, hemos de sentirnos vulnerables y, al mismo tiempo, saber que, viviendo la cotidianidad desde nuestras raíces más hondas, es posible ya ¡ahora mismo! convertirnos en luz en medio de las oscuridades de la vida.
Westerbork es también el escenario en el que se produjo el encuentro entre Etty Hillesum y Edith Stein (santa Teresa Benedicta de la Cruz). Etty, en sus diarios, hace una breve referencia de Edith y su hermana: “Y las dos monjas que procedían de una familia rica y muy ortodoxa de intelectuales de Breslau, llevaban las estrellas cosidas al hábito. Volvían a los recuerdos de su juventud” (20-IX-1942).
Como no es fácil llegar a Westerbork en medios públicos, la organización Challenge me ha pedido que te acerque en mi taxi. No verás mucho de lo que fue aquel horror. Incluso verás que la vía del tren y la torreta de vigilancia se encuentran en un paraje natural precioso… Y quizás tampoco se trata de intentar recrear el dolor y el sufrimiento que allí se produjo. Aquella tierra ya es sagrada por las lágrimas y la sangre injusta que se derramó, por las oraciones y lamentaciones que fueron alzadas al cielo, por los grandes valores humanos que se vivieron en medio de la amenaza, la injusticia y el mal.
Cada martes partían 1000 personas hacia Auschwitz y Etty debía ayudarles a subir a los trenes. Etty repartía la comida que le llegaba, ayudaba a escribir cartas o telegramas a los prisioneros, escuchaba cientos de horas a los desesperados, servía en el barracón de la enfermería, deseaba organizar una biblioteca en el campo…
Etty decidió vivir desde el amor en las pequeñas cosas que podía hacer. Y esto nosotros también lo podemos hacer. De hecho, mira, he puesto un ambientador con un olor muy suave en mi taxi para que quien entre en él pueda sentirse mejor. ¿Cómo he de ser yo para que quien se acerque a mí se vaya mejor de lo que vino?
Bueno, pues prepárate que en breve llegamos al campo de Westerbork.
Mucho ánimo y ¡EUNTES!
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Para pasar a la siguiente etapa tu chófer personal desea saber si has aprovechado bien lo vivido en el día de hoy. Por eso, aquí tienes un breve cuestionario para poder adquirir tu ticket para seguir visitando Westerbork.
Material para extra motivados
RECETA DEL DÍA: SALSA HOLANDESA
Ingredientes
Para 4 personas
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Yemas de huevo2
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Mantequilla clarificada250 g
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Sal y pimienta al gusto
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Zumo de limón 3 cucharadas
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Agua fría, 1 cucharada sopera
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Vino blanco 2 cucharadas soperas
Cómo hacer salsa holandesa
Dificultad: Media
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Tiempo total 30m
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Elaboración 30m
Nuestra primera tarea es conseguir la grasa de la mantequilla o mantequilla clarificada. Para ello, ponemos 300 g de mantequilla en un cazo y la ponemos a calentar con el fuego al mínimo, controlando para que la mantequilla no pase de 60ºC. Sin remover, y esperando unos 20 minutos, veremos como la grasa de la mantequilla se va separando del suero -es parecido a el agua- quedando flotando sobre éste. Con un cacito, recuperamos la grasa y con ella, elaboraremos después la salsa holandesa. Con 300 g de mantequilla, conseguiremos aproximadamente los 250 g de mantequilla clarificada necesarios para la salsa.
Por otro lado, reducimos el agua y el vino poniéndolo a cocer hasta que se reduzca a la mitad. Para hacer la salsa, usaremos las yemas de dos huevos limpias sin restos de clara, que pondremos en un bol con la reducción de agua y vino una vez enfriado y una cucharada de zumo de limón. Batimos las yemas colocando el bol al baño María, manteniendo todo a unos 55ºC, hasta conseguir una crema espumosa, moviendo continuamente las varillas, hasta que las yemas doblen su volumen. CLAVE: Hay que batir de forma suave pero constante.
A continuación, vamos añadiendo poco a poco la mantequilla clarificada que tendremos templada, sin dejar de batir para que se produzca la emulsión. Una vez conseguida la salsa, se añaden la sal y opcionalmente, la pimienta y la cayena, junto a las otras dos cucharadas de zumo de limón, y se mezcla con movimientos de forma envolvente para que no se nos corte.
Tenemos que conseguir dar a esta salsa una consistencia espumosa, mucho más ligera que la mayonesa. Una vez elaborada, se mantiene la salsa al calor del baño María porque es una salsa inestable que se puede cortar. Esta salsa hay que hacerla en el momento, ya que no es fácil de recalentar. Una vez hecha se puede conservar en caliente.